Alexander Rodchenko, 1925.El viernes me qué sin voz. Afónico.Sin poder articular palabra.Laringitis según el diagnóstico del médico.Al llegar al ambulatorio me dice la enfermera de la entrada"háblame más alto chico , que no te oigo",agudo comentario al que se unió el sarcasmo de la doctora que me recibió" ¿esa no es tu voz verdad?".
El asunto de la incompetencia e ineptitud de algunos trabajadores de la seguridad social, dado por el estigma de funcionario que llevan grabado a fuego, hace que las interminables esperas en las consultas conviertan a los centros de salud en los no-lugares por excelencia, en los que los únicos que encuentran la paz del nirvana son los entrañables sexagenarios, que no tienen ganas de admirar las obras del faraónico Gallardón o pensión suficiente para entretenerse con acciones del Popular.
La doctora me receto un maravilloso antinflamatorio que Cuando reparo en él es ¡Ibuprofeno?!, un producto tan conocido para un experto de las chupetinas como servidor que lo suelo confundir en mi vida diaria con las Juanolas. Por ello , seguiré intentándolo recuperarme con los remedios de la abuela: infusión de clavo recomendada por mi querida gata Flora, y seguir implorando al patrón de la voz Macaulay Culkin ( como me gustaría poder emular su grito de guerra).
Tras fin de semana de descanso,aún sabiendo que hace falta tres cuatro días de reposo total para recuperar la voz, mi impaciencia hizo que ayer volviese al trabajo. Me temo que hoy me volveré a quedar sin voz.Si eso ocurre, no descarto la idea de pintarme de blanco,drogar a un gato callejero(¿con ibupreno bastará doctora?) y usurpar el puesto al mimo de la Gran Vía.
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