La semana pasada, después de mucho tiempo, volví a mi querido Museo del Prado.Sigo echando de menos no volver a Espacio Mínimo o Juana de Aizpuru, pero es que me trae a la mente la frustración de lo que pude ser.Bueno, de todas formas este blog creo que me servirá de rinconcito de expresión y evasión, por lo menos...Por eso y, sobre todo por mi eterna pereza, me costó dedicar la tarde de un domingo a museos, pero mi gata Flora me convenció, y la final como siempre mereció la pena.Estuve como un niño con su juguete preferido,intentando despertar la mirada perversa del historiador(como diría mi maestro Agustín Bustamante) mirar más allá de fechas y períodos; pero mi gata no entiende lo de la vida contemplativa,ella vive en el Fórmula1 de Alonso,a toda hostia, aunque la verdad, para lo poco que reparó en los cuadros tiene una capacidad crítica asombrosa.Volví a reparar en el gran precursor que fue Goya, y quede de nuevo fascinado con su cuadro del perro. Entonces me crecí, y empecé a contarle a mi Gata Flora la grandeza de Don Francisco; que si la quinta del sordo, las pinturas negras, el trampantojo de la maja desnuda/vestida, Las hilanderas etc. Sabes Flora-le dije- la anécdota que me sucedió una vez en el Prado con el cuadro de "Los fusilamientos del 2 de mayo"?, Pues resulta que estaba enfrente del cuadro una monja con sus alumnas y les describió el cuadro" Ese hombre arrodillado es Jesucristo, que entregó su vida por todos nosotros"(sic)Toma ya!!? pensé yo, para luego reflexionar y decirme ¿quién le quita la razón a la buena mujer? la grandeza del arte es que cada cual mira mas allá del lienzo e interpreta la pintura a su manera.
Pero para entonces Flora esta pendiente de asuntos más terrenales, y me dijo que nos fuéramos ya, que estaba cansada.
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