domingo, 4 de noviembre de 2007

En tierra de nadie

Barcelona desde el Tibidabo.FABIÀ,2007.
Tengo que volver a Barcelona. Hace tiempo que no voy. La última vez, hace muchos años, fui a Barcelona pensando que sentiría algo al volver a la ciudad donde nací. Pensé que encontraría algo de mis raíces, algún pedazo de identidad que hacía que siempre quisiera regresar a la ciudad que me vio nacer y que abandoné al poco tiempo. Pero no sentí nada. Disfruté de una ciudad impresionantemente bella y mágica, pero me sentí como un extraño. Una sensación por otra parte igual a la que siempre me ha producido Madrid, la ciudad en la que vivo. Por eso pensaba que al volver a Barcelona me rencontraría con algo que dejé,y el resultado fue una sensación fría de la que nunca me olvidaré.Por otra parte, esta experiencia me produjo una sensación de alivio impagable, al saber que mis raices no están en ningún sitio, que vagan por ahí, por el mundo; que tienen alma viajera. También es verdad que últimamente me estoy acostumbrando a Madrid, esa ciudad en la que el visitante enseguida se siente madrileño, porque el propio habitante se siente un extraño. Tomando la acertada definición que hace la artista Ana Laura Aláez de Madrid, como " una chatarra que funciona", Madrid es como el estudio de un genio, el lugar de trabajo de un artista, en el que entre el caos se encuentra la inspiración. Un puto caos de ciudad, una almorrana en el culo a la que uno se va acostumbrando, o una suegra a la que se le acaba cogiendo cariño. Por todo ello ello me gusta Madrid, a lo que hay que añadir la falta de patriotismo que me caracteriza, ya que el único orgullo ibérico que defenderé siempre es el del Jamón Serrano.
Pues con todo esto, estos últimos días me han entrado unas ganas tremendas de volver a Barcelona, de recorrer la ciudad, de disfrutar de la arquitectura, de Gaudí, del Tibidabo con sus vistas, del mar, del mar, del maaar! Quiero volver a Barcelona, olerla y, si puede ser, sentir por una vez su calor.

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